lunes, 13 de septiembre de 2010

U.H. pregunta:¿Los ex consellers de Matas no tienen cabida en puestos relevantes en la nueva etapa del PP balear que preside Bauzá?



No se trata de caber



Los ex consellers pueden servir muchos cargos “relevantes”. Desde presidencias de empresas públicas, consorcios, consejos, etc. Sin descartar las cámaras legislativas, ni, en realidad, nada. Pero hay que entender que cada presidente nombre a sus consellers como el del gobierno de la nación sus ministros. Del mismo modo que Rajoy no nombrará ministro, necesariamente, a quienes lo fueron de Aznar, Bauzá , es obvio, que no tiene ninguna obligación, ni política ni moral de nombrar a quienes fuerno consellers de Matas.

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domingo, 12 de septiembre de 2010

Libres de toda sospecha


Algunos imputados y sus voceros han puesto el grito en el cielo por la decisión de José Ramón Bauzá de no incluir en las listas electorales a quienes se encuentren imputados por su actuación política en representación del PP. En definitiva están indignados porque no se les va a incluir en las listas…. Porque de eso, y no de otra cosa, se trata; de un afán por mantener el poder personal a toda costa, gozar de su erótica y su crematística el máximo de tiempo posible; seguir usufructuando la poltrona que han conseguido personalizar, haciendo que se colocara su nombre completo tras el respaldo, como los astros del cine; como si aquella silla no pudiera ser de nadie más, en cualquier circunstancia. (Imputados o no).
Aunque con ello el PP en su conjunto pierda más que gane. Es una lucha por la ambición personal. Nada más. No pueden justificar el enfado más que diciendo que eso es una caza de brujas o algo por el estilo… Utilizando argumentos débiles si no meros sofismas. Porque quienes carecen de intereses personales en ello, están completamente de acuerdo con la medida. La respaldan totalmente. Bauzá ha ganado muchos tantos ante la opinión pública con esta decisión. Basta querer escuchar para oírlo. En realidad, escuchando se llega a la conclusión de que la gente va todavía más lejos. Se quiere dejar de ver a los de siempre, aunque no estén sometidos a imputación. A quienes llevan cuatro lustros, o más, de presencia pública, habiendo hecho de la política profesión. Lo que debiera estar prohibido…
El PP es un partido con mucha gente, muchos funcionarios, profesionales independientes, ejecutivos, directivos y empresarios de todas las dimensiones. Gente no le falta para lo que se quiera. Por lo que, tener que contar, como si de un destino inexorable se tratara, con los de siempre es ya una cuestión que no tiene fácil explicación. La que se hace imposible si le añadimos que se tenga que contar con quienes, además de lo anterior, han sido imputados en alguna causa penal de corrupción política. Se podrá decir, y es verdad, que imputación no presupone la comisión de los delitos imputados, que eso solo puede resultar de un juicio con todas las garantías y que probablemente algunos de los imputados serán absueltos. Pero lo que sí supone la imputación es que, hoy por hoy, no se puede descartar que se tuvo participación en determinados hechos delictivos, de corrupción. Lo que presupone la imputación (al margen de todo lo que no supone) es que tales personajes no están libres de toda sospecha. Como deben estar quienes se postulan para representar a los demás en las instituciones públicas, de todos, nutridas de nuestros impuestos.
Esa insólita reivindicación de continuar a cualquier precio para el partido y en cualquier circunstancia personal, me da la impresión que se produce por pensar que los cargos políticos que se ocupan al gobernar el partido al que representan llegan a ser algo propio, algo a lo que se tiene derecho personalmente. Como si se hubieran ganado una plaza por oposición, para toda la vida. Como si se tratara de una plaza en propiedad. Eso explica que estén siempre los mismos en los mismos lugares, y que sea tan difícil; prácticamente imposible; acceder a la vida pública a través del partido por quienes no tienen padrinos. Lo que constituye una perversión del sistema democrático que debe presidir, por mandato constitucional; nada menos; la vida de los partidos. Lo que es denotativo de entender el partido como una familia… Una institución social importantísima para ejercer su función, pero no para exportar su modelo desigualitario a una institución como un partido. En una familia hay mayores y menores de edad, capacitados e incapacitados, unos que pagan y otros que no; unos que son carnales y otros políticos, etc. En un partido, por el contrario, debe regir la igualdad de todos sus militantes en derechos y obligaciones.
Lo peor no es que las cosas estén corrompidas, sino que se llegue al convencimiento de que se trata de su estado natural; y que cuando alguien quiere poner un poco de orden se le dispare sin piedad.