viernes, 22 de abril de 2011

"¿Ha sabido hacer José Ramón Bauzá las mejores candidaturas posibles intentando contentar a las distintas corrientes del PP balear?"

Misión casi imposible

Bauzá, al presentar las listas en Son Termens citó a Luis XIV: "Cada vez que otorgo un puesto vacante, tengo cien descontentos y un desagradecido". Clásico. Es el sino de quienes deben decidir el destino de otros. Porque las listas electorales son como los melones. Se eligen por levísimos signos tangibles y mucha intuición. Funambulismo y evitar males mayores. Y al final, si sale con barba, San Antón y si no, la Purísima Concepción. Hay que tener presente que una lista nunca es buena si uno no está bien colocado en ella.

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¿Qué sentido tiene que se presenten tantas candidaturas electorales de partidos desconocidos que, con toda seguridad no obtendrán ninguna representación?

El enchufe es la cuestión

Alcanzar ser algo en política en un gran partido es muy difícil para la mayoría. Pocos pueden tener ese privilegio, verdadero, “chollo”… ¡Viva la democracia! No todos tenemos el enchufe adecuado (más importante que un doctorado). Por eso si se tiene la legítima ilusión política y no se tiene el enchufe, no queda más remedio que aventurarse con lo desconocido (con lo carente de sentido y sin posibilidades…) Al final, desde la euforia del candidato puede terminar pensándose que lo imposible es posible… Y serlo.

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viernes, 8 de abril de 2011

Ultima Hora pregunta: ¿Tiene razón el secretario general del PP balear, Miquel Ramis, cuando dice que hay 'individuos' en el ámbito de la Justicia (jueces y fiscales) y de la policía que están a las órdenes del Gobierno central?

La falacia de Moore

Es delicado. No se puede decir eso sin pruebas. Las sospechas, está claro que no son suficientes para hacerlo y además sospechar depende de lo malpensado que es uno. Aunque también hay que convenir que la respuesta del TSJB ("La Const. y el Estatuto O. de la judicatura impiden que los jueces reciban órdenes del Gobierno"). no es tal; pues nunca una ley, ni diez leyes, impidieron una conducta. La falacia naturalista, o de Moore, consiste, precisamente, en eso: confundir dialécticamente el ser con el deber ser.