viernes, 2 de diciembre de 2011

Publicado en Ultima Hora el 27 de Octubre de 2011

El filo de la navaja

He visto anunciadas próximas manifestaciones de protesta por los recortes del Gobierno Bauzá. Cuando estas líneas se publiquen ya se habrán producido. Aunque no dudo que habrá más antes del 20N. Estaremos pronto en campaña electoral. Los sindicatos no quieren recortes de la derecha. De la izquierda lo aceptan todo. Ahora, pues, quieren que todo siga igual que antes del cambio de gobierno. Como si nada hubiera ocurrido. Como si todavía estuviéramos en la época feliz de negación de la crisis.

Ante tal tesitura uno se pregunta: ¿Y como lo podemos hacer si el anterior gobierno administró desastrosamente y dejó las arcas vacías y un sinfín de facturas impagadas? No hay respuesta lógica para esta pregunta que sí lo es. “No queremos recortes” se repite como un mantra. Seguro que para liberar la mente de otros pensamientos. Es lo que cabe deducir, pues para eso sirven los mantras; y por otra parte, decirlo en el sentido propio de las palabras es irracional, porque de donde no hay no se puede obtener. Es necesariamente frustrante pedir la luna, y más todavía de inmediato. Arduo hallarás pasar sobre el filo de la navaja. Y penoso es, dicen los sabios el camino de la salvación. (Kata Upanishad).Sobre todo, cabria decir, si ahora protestan por la calidad de la educación quienes nunca protestaron contra la LOGSE.

Ahora protestan por la calidad de la educación quienes no protestaron nunca contra la LOGSE.


Era la víspera de la conmemoración del octogésimo segundo aniversario del crac bursátil de Nueva York, ocurrido el miércoles 23 de octubre de 1929, que desencadenó la crisis económica más dura de las sufridas hasta el advenimiento de la actual; y que algunos, sin embargo, por su comportamiento, parece no tienen todavía interiorizada. Fenómeno que también se encuentra entre los personajes de la famosa novela de Somerset Maugham que da título a este artículo.

No queremos recortes” se repite como un mantra. (…) No entendiendo, que lo que resulta traumático quirúrgicamente es un mal relativo, necesario para la mejor y más rápida solución de la enfermedad.

-“Verás, cuando ocurrió la catástrofe, al principio no pude creerlo. Me resultaba inconcebible que estuviéramos arruinados. Podía comprender que toda aquella gente estuviera arruinada; pero nosotros…, parecía imposible. (…) Fue tremendo tener que desprenderse de todo, y saber que se habían acabado las diversiones, que tendría que prescindir de cuanto me gustaba”. En nuestra circunstancia, las pancartas hablan un lenguaje ajeno a la realidad. Si uno no supiera lo que está pasando podría pensar que hay un gobierno de sádicos que se dedican a torturar a la gente, recortándoles derechos (o privilegios, mejor) que antaño tuvieron por el gusto de hacerlo. En vez de ver su actuación como de cirugía necesaria. No entendiendo, como se entiende en caso de enfermedad, que lo que resulta traumático quirúrgicamente es un mal relativo, menor y necesario para la mejor y más rápida solución de la enfermedad. Pero no. En eso no… En la confrontación partidista, la racionalidad se deja aparcada en cada una de las casas de quienes protestan. “No a los recortes”, siguiendo el mantra. Lo que es complementado en la praxis reivindicativa con actos colectivos de una suerte de religiosidad atávica; laica por supuesto, que “mutatis mutandis”, es lo más parecido a lo que eran las rogativas a través de las cuales los curas y la feligresía pedían en procesión a la providencia la lluvia y otros bienes de la tierra, amén de la gracia de librarles de los males que siempre acechan.