jueves, 10 de abril de 2008

¿Por qué balear y por qué tantas cosas?

El día menos pensado podemos empezar a escuchar que quienes creen en la mallorquinidad de Cristóbal Colón son “fachas” (“ultraderechistas” o “fascistas”). Para ello, solo haría falta que la consigna de la progresía fuera mantener a todo trance que Colón era genovés o de cualquier otro lugar. Pues, “facha”, por la ligereza en su uso, conceptualmente ha venido a significar: “ lo que se dice para insultar a quien se opone o discrepa, aunque sea levemente, de algún criterio o cuestión mantenida como verdad por la “progresía” (comprensiva de la “izquierdona”y los “nacionalistones”). Es lo que ocurre actualmente con quienes les gusta seguir llamando mallorquín a la lengua que se ha hablado y habla en Mallorca, y se atreven, en ejercicio de la libertad y el pluralismo, a decirlo. No importa que lo piense un sesenta y dos por ciento de la población, según una recientísima encuesta; claro que encargada por Carlos Delgado… Y ya se sabe… Dirán, sonriendo como quien va perdonando vidas; para desacreditarla. Pero poco conseguirán porque el argumento “ad hominem” es el peor de los argumentos. Es más, ni siquiera es un argumento. Es un sofisma, o una falacia, usada a modo de escupitajo. Algo desagradable, asqueroso, que la mayoría, para evitar el asco que produce, evitan pronunciarse sobre lo que los desencadena.

Eso me ha venido a la mente después de leer el artículo de Carlos Delgado “¿Por qué Balear?”, referido a nuestra lengua. Una tesis interesante. Pero, de momento, una causa perdida por y para nuestra generación. Son inútiles, pues, los argumentos y las citas que Delgado hace en apoyo de sus tesis. Ni que vinieran avaladas por el Papa servirían para mucho. La Universidad a la que hemos concedido el derecho de aprobar y suspender en esas cosas, hoy por hoy no las aprobará. No hay el menor peligro. Si viniera el caso ejercería su derecho, aunque fuera desviando el poder; porque no me cabe duda que hoy la razón última de la decisión, en esta materia, nada tendría que ver con el conocimiento o la ciencia y mucho con la ideología política imperante entre quienes detentan ese derecho de aprobasr y suspender y de otorgar licencias académicas.

Ante esta situación, no es resignación lo que postulo. En absoluto. Pero sí paciencia. Paciencia porque lo hemos hecho estrepitosamente mal y ahora sufrimos las consecuencias y no podremos solucionarlo a corto plazo. Hemos aceptado lo inaceptable y ahora se puede invocar como ley lo que no hemos querido nunca, pero que estúpidamente hemos consentido nos fuera dado como norma jurídica. Al PP, que era el único partido con quien se debía haber podido confiar en eso, también hay que afearle la conducta negligente y la traición a una tradición que finalmente, con su concurso, fue derogada por la ley. Deberemos esperar que sea una generación futura la que enderece el entuerto. Muchos a quienes nos hubiera gustado verlo, lo más seguro es que no lo veamos, pero debemos confiar en que el aceite termine flotando sobre el agua por ser de ley, y al final termine imponiéndose. Porque las tesis de Carlos Delgado, formuladas en su artículo citado, lo más seguro es que terminen triunfando, pero tengo la fundada sospecha que no será por ahora, por lo que he indicado. No discurren tiempos propicios.

  • En el libro que al final cito leí lo que a continuación transcribo, que viene a cuento por lo de la cultura oficial , las Academias o Universidades oficiales, a veces sectaria hasta la médula. Véase:

“”Hace sesenta años se produjo un acontecimiento de consecuencias terribles para el futuro de la medicina, la biología y en general la ciencia de la URSS. Trofim Denísovich Lysenko, desde la Academia de Ciencias Agrícolas de la Unión, impuso como credo para los biólogos, botánicos, zoólogos y agrónomos del país sus teorías: la biología debía enseñarse con criterios michurianos, el nombre que Lysenco daba a sus teorías. Había aplicado las teorías de Mendel, pero viendo que el poder de los genes y cromosomas era una mentira burguesa. Mendel y sus seguidores sostenían en Occidente que las características de los seres vivos se basaba en la herencia, olvidando el medio ambiente. En cambio él afirmaba que la herencia era un factor secundario y que las condiciones externas determinaban la pervivencia o extinción de plantas y animales. A diferencia de los biólogos capitalistas, él había desentrañado los secretos de la evolución. Su fama fue inmediata. Combinando el materialismo dialéctico con las ideas de Michurin. Lysenko había descubierto el gran error del darwinismo: pues no había competencia en el interior de las especies. (Eso es un valor burgués que Lysenko no admitía ni en las ciencis naturales) Solo los científicos imperialistas podían asegurar que la naturaleza era un campo de batalla. Como director del Instituto Genético de Odessa, desde 1929 Lysenko inició su cruzada a favor de la biología proletaria. Uno de los primeros en darse cuenta de la "genialidad" fue el académico Isaac Prezent, quien se convirtió en el vocero y filósofo oficial del "Darwinismo creativo”, como rebautizó a las teorías de Lysenko. Muy pronto cualquier argumento a favor de la genética occidental fue considerado una traición a la patria y al partido. Unos meses antes del inicio d la Segunda Guerra Mundial, Beria solicitó a Stalin la detención de Nikolái Ivánovich Válilov, Director del Instituto de Cultivo de Plantas y del Instituto de Genética, enemigo acérrimo de Lysenko…””.
Ese fanatismo retrasó medio siglo la biología en lo que fue la URSS.
(La cita,que he resumido, es de Jorge Volpi, de su obra, “No será la tierra”).


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