martes, 3 de junio de 2008

Hace nueve meses que publiqué el artículo que sigue. Lo reproduzco aquí porque creo que tiene todavía, y por mucho tiempo, actualidad..

PP: La hora de los principios[1].

Para evitar que la extensa desmoralización termine en pesimismo generalizado, es conveniente que el PP se refuerce acudiendo a los principios. Lo que no ha podido hacerse prácticamente nunca, pues siempre las responsabilidades han justificado urgencias que han impedido hacer lo necesario, debe hacerse ahora; al fin. Ahora debe haber tiempo par eso… Los habrá, sin embargo, que no estarán por la labor. ¡Principios! ¡Música celestial! Seguirán pensando que la política (entendida casi exclusivamente como ejercicio del poder) es solo pragmatismo, y que respecto a los principios, siempre hay otros de repuesto, por si a uno no le gustan, como establece el Grouxomarxismo.

En el mundo en que nos ha tocado vivir las ideas flaquean, el paisaje intelectual es de aspecto lunar y las ideologías están desbravadas. Estando en demasiadas ocasiones en el error de creer que la gestión no es solo lo más importante, sino lo único que el ciudadano valora a la hora de enjuiciar la actuación política. Por esa creencia arraigada en la casa del PP no se ha entendido todavía como con la magnífica e irrepetible gestión del gobierno Matas se pudieron perder las elecciones. Algunos próceres populares todavía siguen pensando que el ciudadano no les entendió, no transmitieron bien lo que hicieron, que el ciudadano no tuvo en cuenta no se cuantas cosas, que son capaces de enumerar abrumadoramente; no comprendiendo que, precisamente, en ese planteamiento es donde está el error; pues son los políticos quienes deben entender a los ciudadanos y actuar en consecuencia y no al revés. Si se le hace lo que desea, el ciudadano lo entiende, y bien. Es el primer principio de la democracia representativa, que ha fallado obviamente, por el que hay que empezar, pues, a trabajar.

Por otra parte, ahora, para afrontar el futuro, en lo que se quiere implicar las bases, quienes mandan en el PP, además ordenan como deben comportarse los afiliados (que es estarse quietos y parados y en posición de saludo, pronunciando irreflexivamente “a la orden”, cuando el cuerpo les pido todo lo contrario). Se reúnen las cumbres, los “importantes”, quienes, además acumulan al interés de solucionar la situación actual, el deseo de salvar su responsabilidad en la derrota pasada. (Responsabilidad que tienen por acción u omisión, pues ni los consejeros ni los ministros están para decir sí a todo… Como quien dice “Sí Buana”). Es más, una buena administración de consejeros sería la que dispusiera su cese fulminante al tercer sí sin plantear algún problema… El principio de que los partidos sean democráticos debería tenerse presente precisamente ahora más que nunca. Si se ha vivido a mínimos en cuanto a democracia interna, no se trata de pasar ahora a la situación inversa (a la Asamblea revolucionaria), pero cierta consideración efectiva a las bases seria bueno. Los dirigentes deben oír a los dirigidos. Sé que para ello les falta entreno, pero la nueva situación y el principio democrático que debe inspirar la vida interna de los partidos lo exige.

El pragmatismo, que tanto gusta a tantos del PP, es bueno y necesario, sin embargo no puede derogar ningún principio, solo excepcionarlo circunstancialmente. (Debe tenerse muy claro). Para que nos entendamos: puede pactarse con el diablo (aunque no cualquier cosa), pero la firmeza en los principios no puede permitir que se llegue a pensar que el diablo, en realidad, no es tan malo… Como ocurre a veces insólitamente. Por eso ahora, en el PP, es la hora de los principios, para entender y racionalizar lo que ha pasado y preparar el futuro. Si se aprovecha el tiempo habrá valido la pena la derrota. Pero si no, fatal… Pues como dice el autor de “El pasado es un sueño” -Aksel Sandemose- “ Aquel que no llega a entender sus derrotas no aprenderá nada para el futuro

(Esporles, 1 de septiembre de 2007)



[1] Publicado el sábado 8 .09.2007. Ultima Hora

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