martes, 12 de agosto de 2008






  • Desterrar la amalgama

  • Desde que está mal visto limitar la libertad de expresión; amordazar a la gente que quiere discrepar de uno, quienes quieren limitarla a sus adversarios interlocutores tienen que afanarse para que no se les note la intención, para no quedar desacreditados. Tienen que actuar cautamente, para no ser descubiertos… Uno de los métodos usados para esta innoble finalidad, es tratar de conseguir la eliminación, la muerte civil o política del adversario; consiguiendo, con ello, que calle para siempre… Pero de forma disimulada. Pero, sin lugar a dudas, eliminación del discrepante.

  • Jean François Revel, en el artículo “La mentira compleja”, que forma parte del libro “El conocimiento inútil”, se refiere, entre muchas otras cosas, a un método que, sirve a este fin. Es el procedimiento de la amalgama, que consiste en acusar a quien se quiere destruir dialécticamente de aprobar el conjunto de las ideas y los actos de un personaje repugnante o de un partido siniestro, porque resulta que se coincide, se hace coincidir, con ese personaje o partido, en un punto particular…

  • En la práctica es muy fácil encontrar un punto de coincidencia con cualquiera que se quiera hacer coincidir, descontextualizado lo que haga falta, de cualquier ideología o ideario de partido con el que se pueda estar de acuerdo con un punto, aunque se esté profundamente en desacuerdo con lo que significa en su conjunto.
  • Ejemplo típico de amalgama que podemos ver emplear continuamente a la progresía y los nacionalistas contra sus oponentes; es acusar de “franquista” o “facha” (apócope de fascista) a quien estima, por ejemplo, que la lengua española, o la integridad nacional son valores a defender. Se acusa simplemente porque Franco pensaba lo mismo al respecto. No importando para nada ni siquiera que el acusado (tuviera el valor reconocido, no solo supuesto, como en la mili) hubiera estado, cuando vivía, cuando era de verdad, en contra del dictador en su conjunto y fundamentalmente.
  • También se aplica la amalgama por la derecha respecto de la izquierda, ¡como no!, a quien se puede hacer coincidir por ese método con Fidel Castro, para citar a un personaje vivo y ostensiblemente mejorable para la causa de la democracia; con quien tienen más de una coincidencia.
  • Y que decir de los nacionalistas a quienes con este procedimiento puede hacérseles coincidir ideológicamente con el propio Franco, por su patrioterismo y política lingüística y con otros siniestros personajes históricos, como Hitler, Musolini y lo peor de Europa.
  • Aunque, parece evidente que hace más efecto, es más eficaz, la amalgama en manos de la izquierda, contra la derecha, que en manos de la derecha, contra la izquierda. Esta parece inmunizada a lo que se les pueda decir y a quien se le pueda comparar. En definitiva, les patina más lo que puedan decirles sus adversarios. (Así vemos que se responde a Paracuellos, con “Honoris causa”).
  • La derecha, por el contrario, quizás por los complejines que le atormentan, es mucho más sensible a la amalgama que sus adversarios. Lo prueba los últimos cambios habidos en el seno del PP, (Así vemos como Rajoy; nada de “Honoris causa”; se ha cargado a Maria San Gil…) Cambios producidos principalmente por mor de la amalgama, para que sus adversarios no les digan… Lo que les siguen diciendo, por cierto.
  • Por la eficacia que tiene el procedimiento de la amalgama no creo se abandone por ahora. Aunque debiera hacerse de inmediato por ser fraudulento desde un punto de vista argumentativo, tan mezquino e innoble como los golpes bajos en boxeo o las trampas jugando a las cartas. Pero no les importa a quienes lo usan que se trate de un fraude a la inteligencia, a la buena fe y una desvergüenza.
  • Ni que con ello se haga un flaco, muy flaco, a la convivencia democrática, que consiste, en un aspecto muy relevante, en la confrontación dialéctica; que los ciudadanos debiéramos exigir fuera de altura, no de tanta bajura.
  • ¡Cuando reaccionaremos!

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