Si un hombre nunca dice la verdad, está prácticamente tan a salvo como un hombre sincero que no dice nunca mentiras.
Cuando le informan de que acaba de jurar lo contrario de lo que prometió ayer, contesta: “Nunca dije eso”. O si las palabras están grabadas declara que se le ha malinterpretado. La confusión tiene muchas permutaciones posibles. Así es como Sadam consiguió sobrevivir a siete años de inspección, entre 1991 y 1998. Había llegado a pactos, bajo mano con los franceses, alemanes, rusos, jordanos y otros. También supo manipular las simpatías del tercer mundo.
André Gluksman “Occidente contra occidente”
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