martes, 14 de abril de 2009
Bienvenidos al norte.
Las minorías, cuando son significativas y tienen capacidad argumentativa, como los votos particulares en las sentencias judiciales, si bien no resuelven con su criterio, el caso en que se proyectan, (pues discrepan precisamente de la solución mayoritariamente adoptada) no es extraño sin embargo; ya que ocurre a menudo; que sus tesis, más pronto o más tarde, lleguen a imponerse en el ánimo de los destinatarios de la resolución en que se produjeron, como la solución que debió adoptarse. Eso no tiene, obviamente, efectos jurídicos, pero los tiene sociológicos. Pudiendo ocurrir que, pese la solución oficial, realmente se impongan las tesis jurídicamente perdedoras, por ser reconocidas como mejores. El sistema de mayorías lo que otorga a las decisiones adoptadas por este sistema es legitimidad, no garantía de acierto, ni siquiera de bondad.
Hace unos días Carlos Delgado apuntaba, en una carta dirigida a Mariano Rajoy, publicada en un medio de ámbito nacional , el problema de coherencia que están teniendo Rosa Estarás debido a su viraje ideológico hacia los principios programáticos defendidos por él; su norte; derrotado en el último Congreso Regional del PP de Baleares. Pues resulta que Rosa Estarás, con el beneplácito de Mariano Rajoy está propugnando defender lo contrario a lo aprobado en el referido Congreso, que es curiosamente coincidente con lo defendido por quien perdió en el Congreso, aunque con un tercio de los compromisarios; con un peso legitimador para constituir un auténtico voto particular.
Resulta, pues, que Estarás está teniendo un comportamiento “ilégítimo” jurídicamente, pues no obtuvo el permiso de sus electores para hacer el discurso actual; aunque sea el que muy probablemente esté de acuerdo con lo que quieren los votantes del PP de Baleares. Incurriendo en algo semejante a lo que en derecho penal se llama “iusta prevaricatio”. Que consiste en hacer algo injusto a sabiendas pero que concluirá con una solución en definitiva justa y correcta. Lo que no es malo en cuanto al fin, pero sin legitimidad en los medios. Lo que, cuando menos, constata el divorcio ideológico entre relevantes dirigentes del PP, su ideología (dudosamente existente más allá del grouxomarxismo) y sus votantes, además de la importancia inexistente de los militantes de base, pues sus conclusiones congresuales pueden ser borradas de un plumazo por el “Jefe”. En este caso hay que felicitarse por el viraje al norte, para decirlo de algún modo; pero lo que no es posible felicitar es el modo de justificarlo, pues simple y llanamente ni se ha justificado ni se ha rehabilitado a quienes defendieron en el último Congreso regional ese ideario, que ahora ha asumido la oficialidad. Aunque se siga manteniendo en el exilio interior a quienes osaron defenderlo en otro momento en contra del oficialismo, aunque fuera donde procede, en el Congreso. Se ha actuado mal incluso cuando se ha adoptado una buena solución. Es el colmo. Ha sido, una conversión del aparato a lo que el tercio de disidentes; el voto particular; propugnó.
No es una crítica al cambio de posición ideológica, en absoluto. Las conversiones no son solo posibles sino que, en democracia, constituyen un derecho fundamental… Pues el derecho al cambio de idea, es un derecho de libertad, (de pensamiento y de opinión) que no por escasamente ejercido es menos importante cualitativamente. Para quien lo dude le recomiendo el libro de Andrew Anthony, “El desencanto. El despertar de un izquierdista de toda la vida”, con el que podrá comprender un cambio de mucho mayor alcance que el comentado auspiciado por el “despertar” a que alude el título del libro, o el caer en la cuenta de algo que se tuvo presente en la vista como el punto ciego.
Lo que cabría dijera Carlos Delgado a Rosa Estarás y compañía, en tal circunstancia, es: ¡Bienvenidos al norte! (entendido como el lugar supuestamente inhóspito de la película de Dany Boon al que enviaban a los castigados, pero que en realidad era un excelente lugar con una excelente gente…) Si se ha hecho el milagro no importa lo haya hecho el diablo. Pero al tiempo debiera rogarse a esos viajeros al norte, a quienes –por supuesto- se da la bienvenida, que ella y su “close team” (que es preferible, en política, a la familia) en las próximas manifestaciones (que deberán producirse con la que está cayendo) en defensa de esta nueva (para ellos) postura ante la sociedad; entre cuyos ítems está el conflicto lingüístico que tan insensibles les había mantenido hasta el momento de la exigencia a los médicos, en que salieron de manifestación. Parece no son conscientes de ser culpables de haber aprobado las leyes en que se basa la iniquidad lingüística de nuestra comunidad. Leyes que hay que propugnar su derogación sin paliativos. Por eso hay que rogarles, desde la comprensión, que no cojan todavía la pancarta. Solo por el momento. Todo llegará… Es por aquello de que no es lo aprobado por el congreso y la estética es buena. Deben pensar que en realidad, jurídicamente no debieran remar en esa dirección, si lo que se aprueba en los congresos tuviera algún sentido. Otra cosa es que no lo tenga y que la fuente ideológica y jurídica sea la voluntad, hoy de Mariano Rajoy, quien goza del “permiso legitimador” de unos cuantos; seguro; aunque no se sepa bien quienes son, y no de los congresos; lo que en esta ocasión parece plausible a unos, pero que se debe justificar como “iusta prevaricatio” pues de otro modo resulta imposible. Lo que obviamente no puede seguir siendo el manual de funcionamiento de este importante partido.
Ya sabemos que los de siempre, muy pronto, terminarán llevando la pancarta de esos principios y valores con gran soltura; como si fuera de toda la vida; pero ahora, en las primeras de cambio, debieran estar en segunda fila; que se les viera, por supuesto, (no les quiero mal) pero evitando un impacto plástico demasiado fuerte a los observadores . No son buenas las exageraciones. Como tampoco hubiera sido bueno, por exageración, que en la pasada Semana Santa, se les hubiera visto manifestarse como cofrades penitentes descalzos, arrastrando cadenas, y a cara descubierta… Para poder ser perdonados. Las fotos hubieran dado la vuelta al mundo… Lo que no podrá saberse, aunque no demasiada gente lo crea, es que lo hicieran con la caperuza de nazareno puesta, sinceramente contritos.
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lunes, 6 de abril de 2009
Los viajes de la Señora del presidente
La esposa del presidente Zapatero, doña Sonsoles Espinosa, no ha acompañado a su marido a la cita más deseada por éste de un tiempo a esta parte; al encuentro en Praga, previa reunión de los G-20, con el presidente USA, el subyugante Barack Obama. Los más “progres”, tan duros con los adversarios y tan comprensivos con los de su cuerda, lo justifican diciendo que la mujer no tiene por qué segur al marido, que eso es un mandato machista, reaccionario y contrario al movimiento feminista… Se ha suscitado una polémica, aunque sin exagerar.
A mi no me parece mal que doña Sonsoles no vaya donde no quiera ir, pero debe entenderse que, con esa actitud, priva a España de estar presente, donde están representados por vía conyugal, otros países; en la reunión de las consortes, donde, sin duda, seria bueno también estar. Pues es interesante estar en todas partes… En cuestiones de protocolo y diplomacia se trata de estar, ver y escuchar lo más posible. La utilidad, el servicio, está en eso, precisamente.
Pero si la Señora de Rodríguez Zapatero no quiere acompañar a su marido en su trabajo está en su derecho. No seré yo quien se lo discuta. Pero lo que no resulta de recibo es la justificación de la ausencia en un lugar y la presencia en otro; con base en que solamente quiera ir donde “le hace ilusión” bien porque no conoce el lugar, bien porque es de un exotismo que le resulta sugestivo. Argumentación que no es de recibo, a m juicio, porque si alguna vez tenemos que pagarle el viaje con cargo a nuestros impuestos, ha de ser porque resulte útil a los intereses de España, no porque le haga ilusión a la señora del presidente, por alguna de las razones apuntadas…
Ahora que sabemos que la Sr. Espinosa no va más que donde le interesa, que su presencia en los viajes de Estado no es porque preste un servicio al país, sino porque tiene un interés personal y particular en el viaje concreto, habrá que comprobar quien los paga, pues con cargo a nuestros impuestos no caben más que viajes de interés para el Estado. Parece bastante elemental.¿O no? ¿Acaso no hay que exigirle lo que los socialistas, en las mismas circunstancias, exigirían a los del PP? ¿O es que no sería así?
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