Los incorruptibles
El hecho de que Bauzá haya cumplido su promesa y hecho unas listas electorales sin imputados, no como otros, ha fastidiado a esos otros, la izquierda y demás adversarios y enemigos en general. Pues con la aplicación de esa decisión les ha privado de la posibilidad de un buen bocado. Pero, naturalmente, si no se puede morder o descalificar, por unas cosas, se buscan otras, cuando de eso se trata. Pues, no nos engañemos; hoy en día, las críticas que podemos leer y escuchar, provienen de la militancia mediática, de la creación de opinión. Del cuerpo de ejército pacífico de la información, comunicación o propaganda que se procuran las distintas formaciones concurrentes en el mercado electoral. Unos y otros, con especial incidencia en época preelectoral, ponen en marcha todos sus recursos mediáticos, bien directos bien indirectos, si no subliminales. El comentarista político, de otros tiempos, del que era imposible alcanzar a conocer con certeza a quien o a qué partido votaba, ha pasado a la historia. Sin perjuicio, obviamente, de las excepciones, que aunque escasas y anecdóticas, confirman la regla general.
Una fórmula de restar importancia al hecho de presentar listas electorales sin imputados o, por lo menos, de relativizarle a Bauzá el mérito indudable de conseguirlas en estas condiciones, se ha hecho subrayando que Matas cuando presentó sus listas tampoco incorporaba imputados; que hay imputados e imputables. Es decir que los que hoy están inmaculados procesalmente hablando, mañana ¡quién sabe! Es decir que los buenos pueden convertirse en malos. Una obviedad. Pues los incorruptibles no son de este mundo. No pertenecen a la condición humana.
La corrupción, que no es sino un modo de denominar a cierta forma de delincuencia, se da como patología en todas partes donde hay poder. Basta situarla en el mapa mediante distintos colores según el partido. Está coloreado según quienes gobiernan en los distintos lugares, ya sean municipios o Comunidades autónomas. No iba a ser al revés, ni de otro modo si es una delincuencia nacida y enraizada en los puntos de poder político.
Pero a propósito de la corrupción, lo más importante no es evitarla, que obviamente tiene que tratar de hacerse en la medida de lo posible, aún desde la consciencia de que es imposible evitarla al cien por cien. Corrupción la habrá siempre, porque no se conseguirá la perfección del hombre por mucho que se empeñen las utopías. La imperfección y la debilidad son características de la naturaleza del hombre. Lo importante, pues, no es evitar lo inevitable, que además es imposible. Sino cómo se reacciona ante el fenómeno una vez que se produce. Qué hacen unos y otros cuando se dan casos de corrupción, especialmente en el propio equipo. Porque para los demás todos tienen recetas. Se trata de ver si se expulsa a quien la denuncia (si se mata al mensajero) como ha ocurrido en el PSOE de Aragón con Cesar Ciriano hace un par de semanas, o si se actúa de verdad, en serio, contra los corruptos. Prescindir de aquellos que no están libres de toda sospecha fundada, como ha hecho Bauzá, puede decirse que no es suficiente; pero es necesario. Y además; algo muy importante: da confianza de que la apuesta contra la corrupción no solo son palabras; de que si por mala suerte debiera ser más contundente, lo sería… Muchos se lo agradecemos. Porque quienes creemos en un proyecto deseamos que esté servido por gente intachable y que sea el proyecto mejor; y no puede serlo si no vamos depurándolo en la medida que sea necesario.
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