Bañándose en las aguas del eufemismo.
El franquismo llamó a los patronos empleadores y a los obreros productores. Fue la contribución del sindicalismo vertical a la eliminación de la lucha de clases... A los porteros les llamó empleados de fincas urbanas y a las criadas empleadas de hogar. La política del eufemismo suavizaba el régimen que se autocalificaba de democracia orgánica. Maquillando el lenguaje las cosas no parecen lo mismo y si es así, no son lo mismo para quienes no traspasan el umbral de las apariencias. Por eso para Zapatero, que es un gran maquillador y domina el eufemismo, no hay crisis; hay desaceleración. Crisis suena a rotura de cristales (y él no ha roto ninguno nunca, ni plato) y desacelerar es plausible yendo en moto… Baja la siniestralidad.
"El lenguaje político - escribió Orwell en 1984- está pensado para hacer que las mentiras suenen a verdades y el asesinato parezca respetable, y para dar una apariencia de solidez a lo que no la tiene". La solución está en que cuando algo inquietante no se puede cambiar, cambiándole el nombre se puede alcanzar la sensación de quietud. Así los problemas parecen menores y las dificultades vencidas. El cambio en el lenguaje opera milagros. Con ello "se quiere crear, como dice Hughes, una especie de Lourdes lingüístico, donde las la maldad y la desgracia desaparecerán con el baño en las aguas del eufemismo".
El franquismo llamó a los patronos empleadores y a los obreros productores. Fue la contribución del sindicalismo vertical a la eliminación de la lucha de clases... A los porteros les llamó empleados de fincas urbanas y a las criadas empleadas de hogar. La política del eufemismo suavizaba el régimen que se autocalificaba de democracia orgánica. Maquillando el lenguaje las cosas no parecen lo mismo y si es así, no son lo mismo para quienes no traspasan el umbral de las apariencias. Por eso para Zapatero, que es un gran maquillador y domina el eufemismo, no hay crisis; hay desaceleración. Crisis suena a rotura de cristales (y él no ha roto ninguno nunca, ni plato) y desacelerar es plausible yendo en moto… Baja la siniestralidad.
"El lenguaje político - escribió Orwell en 1984- está pensado para hacer que las mentiras suenen a verdades y el asesinato parezca respetable, y para dar una apariencia de solidez a lo que no la tiene". La solución está en que cuando algo inquietante no se puede cambiar, cambiándole el nombre se puede alcanzar la sensación de quietud. Así los problemas parecen menores y las dificultades vencidas. El cambio en el lenguaje opera milagros. Con ello "se quiere crear, como dice Hughes, una especie de Lourdes lingüístico, donde las la maldad y la desgracia desaparecerán con el baño en las aguas del eufemismo".
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